LABVA: Biomateriales que ponen en valor el territorio local
La ciudad de Valdivia fue elegida por dos de los fundadores de LABVA para iniciar un nuevo capítulo en sus vidas, Alejandro Weiss y María José Begonia, ambos arquitectos, buscaban otro ritmo de vida, les atrajo “su escala de ciudad, biodiversidad, integración con la naturaleza y soberanía alimentaria”, cuenta Weiss.
Comenzaron por el tema de la fermentación, arrendando una cocina en un tercer piso de un viejo edificio histórico de Valdivia (1926) y luego habilitando un espacio comunitario en torno al alimento y su vinculación con la cultura y el territorio local. En eso estaban cuando se su experiencia como arquitectos, ligados al mundo material, se fue cruzando con la fermentación y descubrieron el mundo biomaterial y de biofabricación, “motivados por algunos referentes internacionales y las primeras experiencias en biofabricación que se estaban desarrollando en el Laboratorio de Tecnologías Libres y el Laboratorio de Biofabricación Fadeu UC”. Durante esa época conocieron a la diseñadora Valentina Aliaga, el biólogo marino Esteban Osses y la bioquímica Gabriela Carrasco, con quienes iniciaron el Laboratorio de Biomateriales de Valdivia (LABVA), cada uno aportando desde su background.
Actualmente en LABVA investigan, experimentan y hacen prototipos de nuevas materialidades, valorizando el territorio y el conocimiento local ancestral, siempre con la idea de ser un espacio independiente que también empodere a la ciudadanía con estos conocimientos necesarios para el futuro y les proponga reformular las relaciones con los materiales. Por eso además de crear, enseñan, con talleres, charlas, incluyendo la posibilidad de la residencia Villa LABVA (que pronto abrirá postulaciones) y participando en eventos y congresos como la Bienal de Diseño de México, la Semana del Diseño de Milán, el Congreso Futuro, el Encuentro de Arte, Ecología e Interdisciplinareidad en Lima, entre otras. En 2020 fueron reconocidos en los premios Beyond Plastic en la categoría Educación/Campaña por las experiencias educativas en Latinoamérica y Chile, trabajando biomateriales vinculados con el entorno local.
Por ahora están trabajando en varios nuevos proyectos, tanto en el área empresarial como en investigación y educación. Con la empresa de alimentos de alga Quelp están desarrollando la implementación de biofilms de base alga, junto al Biofab UC y el Laboratorio de Tecnologías Libres UC mantienen la investigación BIOHABIT: Materiales Habituados (Proyecto Fondart) que estudia la capacidad de aprendizaje de los hongos que descomponen madera y su posible aplicación en la co-creación con hongos en los procesos de biofabricación. Además, está el proyecto Paleta Biomaterial de Coliumo, una serie de talleres prácticos con la escuela local de esa localidad para desarrollar -bajo la metodología LABVA- la paleta biomaterial de este territorio, esto junto a la Arquitecta Marianela Camaño + VRID de la Universidad de Concepción y la Bienal de Arte y Ciencia de Concepción.
Entrevistamos a Alejandro Weiss sobre cómo funciona una organización como LABVA, sus procesos, proyectos y los desafíos que hay para introducir los biomateriales a niveles más masivos.
RM: Definen como uno de sus desafíos la creación de una paleta biomaterial heterogénea, ¿cómo van eligiendo con qué materia experimentar? ¿cuánto aporta el territorio a esta selección?
AW: La construcción de la paleta biomaterial nace de la relación con las abundancias, tanto de carácter natural (lo que existe en abundancia en la naturaleza que nos rodea); como lo que surge desde el carácter productivo de un territorio (desechos agroindustriales, descartes productivos, domiciliarios, entre otros).
En este sentido, tenemos cuidado de identificar a qué abundancia nos enfrentamos y hemos logrado ir identificando dos posibles abundancias: la primera, que es la que intentamos que guíe en mayor parte nuestra práctica, la llamamos abundancia real o ecosistémica, en dónde se entienden las abundancias desde cómo se conciben los ciclos naturales, la naturaleza en su abundancia, es útil e inofensiva.
En contraposición a esta abundancia podemos reconocer lo que llamamos abundancias aparentes, que responden un modelo económico hegemónico, que no tiene relación con el territorio sino que se implanta en él y genera una serie de subproductos que se reconocen como un nuevo recurso que se puede devolver al ciclo material. Con este tipo de abundancias tenemos mucho cuidado porque es sumamente fácil caer en el “greenwashing” de procesos productivos que impactan los territorios, que promueven la pobreza en las comunidades y la degradación de los sistemas naturales. Esta tensión aparece constantemente en nuestra práctica y es un cuestionamiento constante.
RM: ¿Cuáles son los biomateriales que han logrado ir desarrollando y que creen que tienen mayor proyección?
AW: Nuestra paleta biomaterial está en constante desarrollo y transformación. Esto es debido a que en la medida que vamos investigando y experimentando sobre ellos surge la relación con la pertinencia que cada uno tiene con lo natural, cultural y social. En algunos casos, hemos descartados algunos materiales debido a que incentiva una práctica productiva nociva o bien porque como laboratorio nos hemos ido acercando a materiales que no promueven el maltrato animal. En términos generales, hemos clasificado nuestros biomateriales bajo dos categorías asociados a sus procesos: materiales biológicos, aquellos materiales que se cultivan. Aquellos que se desarrollan en directa relación con organismos, biomateriales a partir de micelio o celulosa producidos por bacterias. Estos requieren un poco más de infraestructura y esterilidad para poder generar experiencias de mayor volumen. La segunda categoría son los materiales bio-orgánicos, materiales que se cocinan. Estos se realizan a partir de extracción de polímeros que luego son preparados como “recetas de cocina”, requieren menos infraestructura y condiciones de esterilidad, por lo que son los más masivos. En ellos encontramos los polímeros de algas, almidones, además de la incorporación de desechos domiciliarios e industriales para la generación de biocompuestos.
En estos momentos, LABVA tiene foco en el desarrollo de dos materiales en específico. La producción de celulosa producida por bacterias (fermentación) con distintas fuentes (té, maqui y mate) con el que se está trabajando a nivel de biotextil (cuero) y packaging: biocerámico de calcio, objetos de carácter pétreos que incorporan las cáscaras de huevo como fuentes de calcio que se hacen reaccionar con polímero de alga para crear formas únicas.
RM: ¿Cómo es su proceso de diseño, han desarrollado una metodología en específico?
AW: Nuestra metodología se sustenta en distintas preguntas claves que guían las decisiones en el proceso de experimentación y prototipado. Podríamos agruparlas en tres enfoques principales:
¿Cómo dar sentido a la práctica biomaterial desde lo local?. Es decir, entender que las alternativas materiales surgen y dan sentido en cada territorio en particular, volver a observar y descubrir las oportunidades que surgen del mismo. Así se va construyendo una paleta biomaterial que abre posibilidades materiales y productivas de un determinado territorio. Esto carga de sentido al diseño material y/u objetual.
¿Cómo establecer una reflexión sobre autonomía material desde la experimentación? Entender que es posible lograr el ciclo completo de creación material en cada territorio. Es romper con la lógica de la “caja negra” de los objetos/ productos para entender cómo funciona, se relaciona y se benefician cada organismo, polímero base, o desecho que puede ser utilizado en la creación biomaterial.
¿Cómo otorgar valor al proceso por sobre los resultados de la experimentación material ? En ese sentido, cómo lograr que los productos u objetos desarrollados con biomateriales logren hablar de sus orígenes, de su proceso y de su oficio. Es fundamental que estos materiales puedan tener narrativas que vinculen la cultura, su hacer, detrás de cada aplicación.
RM: Por último, ¿cómo ven el interés de la industria en la utilización de biomateriales? Veo que hay mucho interés en investigación y experimentación, pero ¿cómo se proyecta su utilización?
AW: Lo primero que debemos entender es que los biomateriales se encuentran hoy en un estadio inicial, una práctica emergente. En la mayoría de los casos los productos surgen como prototipos para validar narrativas, entender procesos e impacto que la creación material requiere. Esta etapa es fundamental para poder proyectar en un futuro nuevas formas (más sustentables) de construir materialmente nuestro entorno. De manera paralela, la industria mira el fenómeno de los biomateriales con desconfianza, principalmente por los aspectos de escala, estandarización y procesos que exigen ser más sustentables en la generación de productos. Y pese a todas las presiones que existen hoy en torno a las transformaciones en industrias “más verdes” (a nivel normativo y social), faltarán muchos años en poder instaurar de manera más fluida nuevos materiales en los procesos industriales.
Es por esto que como LABVA queremos apostar en materializar (a modo de prototipo) nuevos modelos productivos a escalas de carácter local. Esto significa poner a prueba no sólo aspectos de la estandarización de materiales y/o productos sino por sobre todo a nivel de producción. Es volver a construir en cada territorio cadenas de valor asociadas al ciclo de desarrollo de un material y/o producto en torno a los biomateriales, construir narrativas que pongan en valor los aspectos locales del territorio y su cultura, entender nuevas formas para el uso y consumo de materiales, etc. Un gran desafío que nos hemos puesto como prueba para sentar precedentes de nuevas relaciones materiales.