Los telares interactivos de Aruma: entendiendo la tecnología tras el textil andino
La artista boliviana Sandra De Berduccy (aruma) lleva años investigando nexos entre el telar andino, su tecnología y significancia, con el lenguaje de la electrónica y los códigos informáticos que se usan en programación. En «illasawari: Tejidos de energía resplandeciente» usa la fibra óptica, circuitos, hilos conductivos y LEDS para tejer telares interactivos y conectar al público de hoy con la sabiduría ancestral de los pueblos andinos.
La propuesta de aruma se relaciona con las nuevas tecnologías y los avances de la electrónica desde una mirada decolonizadora, demostrando la complejidad del textil andino y sus distintas capas, desde la forma en que se hace el tejido a los símbolos y códigos en sus diseños, que son en sí mismos un lenguaje que lleva información, así como la tecnología digital tiene como base al código binario. En «Illasawari: Tejidos de Energía resplandeciente», su exposición que estará en el Museo Nacional de Bellas Artes (Santiago, Chile) hasta el 12 de febrero, presenta 40 piezas, entre las que destacan sus instalaciones lumínicas interactivas y otras que dialogan con el arte sonoro. La muestra integra un diseño de sonido especialmente creado para la exhibición y algunas actividades de performance, como la realización de un concierto con la sonificación de una de las obras (CRUX) y un Live Cinema.
La sinergia entre arte digital, arte textil, programación y nuevas tecnologías es el campo en que se mueve el trabajo de Aruma, una reinterpretación poética de las múltiples posibilidades del tejido andino desde la investigación artística, «hay más de interdisciplinario en el textil de lo que nos imaginamos, y con certeza más de tecnológico, digital, algorítmico y electroquímico de lo que vemos a primera vista. Si continuamos con la experiencia de los años sesenta, cuando la humanidad llegó a la luna con el Apollo Guidance Computer, una memoria ROM tejida con cobre y ferrita, posiblemente por tejedoras navajo, ¿por qué no pensar que las estructuras y las posibilidades del textil nos permitan seguir explorando el espacio? ¿O crear dispositivos para energía limpia, eficiente y sin residuos?», dice la artista.
Para comprender al telar de los Andes como una tecnología más, Sandra De Berduccy ha vivido un proceso que lleva más de 20 años, «primero entendiendo al textil andino desde las prácticas insertas en las comunidades y desde su iconografía, luego desde su estructura compleja», dice. Desde experiencias personales memorables, como cuando de pequeña aprendió a hacer su propio q`aitu (hilo de vellón de oveja) en la tierra de sus abuelos (P´allacollo, Bolivia), o su experiencia en el voluntuariado de la licenciatura de artes en el Museo Nacional de Etnografía y Folclore de Bolivia, donde tuvo la posibilidad de sostener en sus manos un gorro de cuatro puntas (y descubrir asombrada que tenía restos de cabellos), piezas pre hispánicas como la tapicería de Huari – Tiawanaku y mantos con figuras tridimensionales de Paracas , «momentos que marcaron mi fascinación por las culturas textiles, desde entonces no abandono el camino de los tejedores».
Conversamos con Aruma sobre los procesos de su trabajo artístico que la llevaron a crear la exposición «Illasawari: Tejidos de energía resplandeciente».
RM: Respecto a tu práctica artística, ¿cómo llegaste a hacer esta analogía de la energía y el tejido andino?
SdB: En la relación del tejido y el arte, durante años me dediqué a buscar el gesto de una tejedora en los lenguajes de las artes visuales contemporáneas como video arte, performances, instalaciones interactivas. Algunas fueron enormes, como la instalación del 2011 durante el festival INDI donde un sensor detectaba el color de la ropa de los visitantes y ese color se replicaba en más de 100 paneles LED, tiñendo la fachada de la cinemateca boliviana, o también proyectando un piropo en quechua “escrito” en tocapus. El tejido estuvo siempre presente en mappings e intervenciones urbanas, y posteriormente en presentaciones de Live Cinema en colaboraciones con artistas como Manrico Montero, dónde “entretejía” imágenes proyectadas en tres pantallas.
Todas esas experiencias con las “últimas tecnologías” de la época me hicieron cuestionar el rol de la tecnología en el arte en países como Bolivia donde, en esa época, conseguir un proyector para exponer una video-instalación por el tiempo que duraba la exposición, era una proeza. De la misma manera, entender que cada vez los aparatos tecnológicos se van haciendo más herméticos y utilizarlos es una posición ideológica, reforzó esos cuestionamientos que me llevaron a ver de otra perspectiva las prácticas y las tecnologías con las que trabajaba. Entonces decidí mudarme al campo a una casita de adobe en la cercanía de un bosque nativo de P´allacollo. Fue en ese bosque nativo que empecé a entender la presencia de la electricidad en la naturaleza y su relación con las prácticas del tejido andino. Durante ocho años produje obras en diálogo con ese ecosistema y en 2017 hice allí la primera exposición del proyecto, donde mostraba para mis vecinos de la comunidad, los tejidos con fibra óptica entre la oscuridad del bosque, algunas de esas obras se exponen actualmente en el Museo de Bellas Artes (MNBA) en Santiago.
RM: El textil es un vehículo de información y más, desde el punto de vista de las culturas andinas, ¿qué información es la que te interesa que lleven tus textiles electrónicos? Es decir, ¿cuál es el mensaje que buscas que comuniquen?
SdB: Las técnicas textiles han conservado en la complejidad de su estructura la forma de ordenar el mundo, de entenderlo y de resolver problemas como lo hacían los tejedores más experimentados de la antigüedad. Se podría decir que el conjunto de esas técnicas que han permanecido poco alteradas y a la vez se van actualizado, son una base de datos a la cual tejedores recurren, por eso las madres quechuas les dicen a sus niñas “debes aprender a tejer”, porque así aprenden a desarrollar un pensamiento que tiene paralelo con la complejidad de las capas y entrecruces de la urdimbre.
Evidenciar estas estructuras complejas en obras textiles interactivas es una forma de resaltar esos pensamientos complejos intrínsecos en el textil, un cambio de perspectiva desde donde el textil ya no es visto desde su dimensión práctica, si no desde un punto de vista tecnológico que nos da la posibilidad de vislumbrar una tecnología blanda y como dice la curadora de la exposición ::illasawiri::, Valentina Montero, una tecnología que te puede abrigar.
RM: En tu trabajo artístico las técnicas textiles y del telar andino conversan con las nuevas tecnologías, ¿desde qué puntos se comunican? ¿es el código el lenguaje en común?
SdB: Tejer en telares tradicionales es una actividad que implica no sólo conocimientos tecnológicos, sino también poner en funcionamiento, la memoria tecnológica y cultural que hombres y mujeres de las comunidades andinas poseen. Este conocimiento, que parece muy simple y decorativo, es comparado por su complejidad con la tecnología necesaria para operar los sistemas complejos propios de la informática. Pues, los telares son máquinas de pensamientos y sus razonamientos pueden ser entendidos como el “software inherente a toda tecnología”, como lo define Sadie Plantt.
Como parte de las obras en la exposición en el MNBA, se muestra un pequeño tejido donde se teje y escribe al mismo tiempo «Hello world», en esta obra se sugiere la analogía entre un telar en pleno proceso de tejido tradicional conocido como Kurti o Doble tela, con un sistema complejo altamente ordenado en pleno funcionamiento, pues «Hello world» es un término usado en lenguajes de programación para comprobar que el sistema está funcionando.
Considerar al textil como un sistema funcionando, como un aparato o una interfaz, definirlo desde conceptos de la física o de la química para entender -a partir de sus procesos- lo que está ocurriendo en su relación con el ecosistema, tratando de entender cómo la energía fluye y se almacena en las fibras son búsquedas que se reflejan en cada una de mis obras.
RM: La luz es fundamental en el desarrollo de tu obra, dando vida a los textiles e instalaciones, ¿que propiedades tiene que la eliges como protagonista de las interfaces de tus obras?
SB: La luz es información, y es una de las manifestaciones de la energía que se puede observar gracias a las propiedades de la fibra óptica, que permite la transmisión de datos a la velocidad de la luz, es así que esos datos convertidos en luz son transportados a lo largo de mis tejidos. Esos datos pueden ser convertidos también en sonidos o en imágenes de video también y pueden ser controlados desde el tejido que puede operar como interfaz.
Volviendo a tu pregunta sobre la luz como protagonista en mis obras, considero que la luz está íntimamente ligada a la sensibilidad del ser humano, por ejemplo en la obra Crisálida, obra del 2022, se genera una experiencia emocionante en los visitantes cuando se ven rodeados de la luz emitida por su propio pulso cardíaco, al posicionar su dedo del corazón en el sensor. Es esa emoción que busco en mis obras y la luz la propicia.
RM: ¿Nos puedes contar cómo se diseñó el recorrido del diseño de la exposición y el rol del diseño sonoro en ésta?
SdB: El recorrido de la exposición illasawiri se diseñó en diálogo con Valentina Montero, curadora de esta muestra, y especialistas en museografía. En este recorrido se realizan dos tránsitos a la vez, el primero desde la bidimensionalidad de las obras textiles a su extensión en el espacio y el segundo, como un recorrido donde se transita hacia la oscuridad. Para eso se buscó propiciar que el visitante pueda acostumbrar su visión a la oscuridad creciente a medida que se va recorriendo las salas.
El diseño sonoro que acompaña la muestra es creación de Brian Mackern, un experimentado creador y artista sonoro uruguayo, quien en un diálogo con un tejido|circuito (CRUX), donde se representa la cruz del sur con un circuito fotosensible de 4 leds, creó el diseño sonoro a partir de la sonorización de datos emitidos por las cuatro estrellas de la constelación. La sonificación está calculada a partir de la distancia en años luz de las estrellas (frecuencias sonoras en Hz), siendo la magnitud visual de cada estrella traducida a la amplitud sonora correspondiente. Realizamos un concierto audiovisual (CRUX/Sonificación de la Cruz del Sur) donde la poética de la “música para estar” de Brian Mackern exploró en vivo las posibilidades autogenerativas y reactivas de un tejido que opera como una interfaz textil sonora creada por mí en 2018.
RM: Leí que decías que a las tejedoras les encanta experimentar, ¿en qué exploraciones materiales y/o técnicas estás interesada ahora?¿Se pueden ver en la exposición?
SB: Sí, definitivamente a las tejedoras nos encanta experimentar, siempre estamos buscando otras dimensiones desde lo textil. Por mi parte ahora estoy desarrollando varios proyectos simultáneos, que se desprenden sin duda de las obras actualmente en exposición. Ahora ya en un contexto más cerca de lo urbano, me interesa mucho retomar la práctica de las presentaciones en vivo o live cinema, colaboraciones con otros artistas, que había dejado un poco de lado al vivir en el campo. Y en cuanto a trabajo de taller, seguir explorando las posibilidades que dan la crianza de cristales en relación al textil y la energía, que sería un desdoblamiento de la obra «Crianza de cristales” que encontrarán al final de la exposición, la misma que utilizaremos en enero para una obra de live cinema junto con la artista Alemana – Española Karla Kracht que nos visitará en Santiago.