Valentina Améstica: hacia la expansión del libro
1961 es el año de publicación de la primera edición del libro ‘Cien mil millones de poemas’ del escritor francés Raymond Queneau: un libro de aspecto tradicional que al abrirlo impresiona con el despliegue de cientos de tiras de papel impresas formando un particular abanico. Si bien la obra se presenta como un libro de sonetos, lo que vemos a primera vista se aleja de la reconocible estructura de esta tipología poética. Sin embargo, ese primer distanciamiento de la rígida estructura del soneto, da paso a una invitación ligada a la combinatoria: el libro se compone de 10 sonetos, cuyos versos al estar cortados individualmente, permiten construir a voluntad cientos, miles y millones de poemas distintos. Tantas combinatorias son posibles, que la estrategia de Queneau pareciera enrostrarnos que conocer el número de combinaciones posibles excede a la posibilidad real de ser registradas por un/a lector/a que acepte el desafío, como si el acto de lectura en realidad se alojara en descifrar el procedimiento artístico más que conocer la totalidad de textos posibles.
La imposibilidad temporal de concluir una lectura textual de los “Cien mil millones de poemas” de Queneau, deja al descubierto que la construcción del acto de lectura, de esa lectura solitaria que masificó la invención de la imprenta, se basa en un acto físico simple: virar cada página. Este gesto de apariencia simple y que se encuentra tan incorporado que casi nunca lo hacemos consciente, permite reparar en elementos físicos del libro espaciales vinculados: la página y el volumen.
Esta conexión entre espacios de distintas dimensiones, bidimensional y tridimensional, respectivamente, al relacionarse con el propósito autoral o creativo y ser activados en el acto de lectura por el gesto corporal, permiten visibilizar la secuencia. Es solo en esa activación secuencial que las partes del libro cobran sentido, dando tiempo a quien lee de explorar lineal o aleatoriamente los lenguajes que cada página contiene.
Esta realidad permaneció como única por muchos siglos permitiendo al libro ser el artefacto cultural más eficaz en el resguardo de la memoria, con circuitos y formas propias de diseminación. Sin embargo, la aparición de dispositivos tecnológicos a inicios del siglo XXI y la masificación de diversas pantallas y entornos virtuales que podían cumplir -o hasta suplir- las necesidades de acceso a la información, cuestionó incluso la existencia del libro físico.
Con la pandemia y la aceleración en el proceso de hiper digitalización de las relaciones y la difusión del conocimiento, y con buena parte del circuito cultural cerrado por la situación sanitaria, la duda acerca de las cualidades del libro físico afloran y vuelve a ser necesario realizarse las preguntas elementales para comprender lo esencial de lo material, como también las resonancias vinculadas a sus aspectos inmateriales.
En el año 2019, la artista y diseñadora chilena Valentina Améstica intentó responder a estos cuestionamientos en su obra 4A0, cuyo nombre hace mención al tamaño más grande de papel existente conforme a la norma DIN476: el formato 4A0. De 1682 mm de ancho por 2378 mm de largo, es un tamaño que permite a la artista generar condiciones específicas para asegurar una experiencia editorial inmersiva.
4A0 es una instalación que cuestiona el modo en cómo los libros son presentados en espacios expositivos, específicamente en la relación física que tienen los/las espectadores/as con los objetos, al mismo tiempo que reflexiona sobre conceptos básicos del libro, radicalizándolos o dándoles una forma distinta a la tradicional para hacerlos aparecer. Además de la interacción táctil de los/as lectores/as con los soportes textuales, Valentina ofrece una combinatoria textual, tal como Queneau en sus “Cien mil millones de poemas”, pero esta vez la combinatoria está contenida en un espacio inmersivo de lectura compuesto por una instalación de la que caen decenas de franjas de papel con textos escritos en cada una, tal como si ingresáramos a un bosque lleno de lomos de libros que invitan a ser recorridos y leídos.
La combinatoria ofrecida por la artista se compone de 10 textos de su autoría que se disponen aleatoriamente y que tienen como característica principal ser evocadores de recuerdos sensoriales. Estos, al ser reordenados en un acto de lectura inmersivo, reconstituyen de un modo radical y diferente, la esencia de todo libro: su naturaleza secuencial. El cuerpo lector, al ingresar en este espacio de donde caen las tiras de papel y al seleccionar con un orden -aleatorio o no- los textos, replantea la naturaleza del acto de leer, puesto que al construir una combinatoria, el/la lector/a crea un nuevo poema a partir de un procedimiento restrictivo u oulipiano ofrecido por la artista. De este modo, el acto de lectura propuesto posee la característica de redefinir el rol que tiene toda persona al leer, pasando desde un comportamiento pasivo que recorre la rígida secuencialidad del texto ofrecida por un/a autor/a, a un acto de lectura activo. Este implica la creación de un texto que varía conforme la persona acepte sumergirse en la experiencia artística, procedimiento que se encuentra escasamente en la producción editorial, teniendo mayor importancia en obras de poesía visual, o bien, en otras tipologías de libros de artista.
Conforme estas características, 4A0 puede ser descrita como una obra que piensa el libro desde su destrucción y reconfiguración, apelando esta última a la radicalización formal de sus componentes esenciales, muy en línea con una tipología de obras poco vista en estas latitudes: el libro expandido.
El libro expandido cuestiona la legitimidad del códex como formato histórico (aunque nunca el único) que representa la más elemental imagen mental que tenemos del libro, y lo confronta con todas las posibilidades materiales e inmateriales que aparecen con los nuevos formatos y tecnologías. El libro expandido, en este sentido, va un paso más allá de lo realizado en la edición experimental a mediados y finales del siglo XX, recreando el concepto y lectura en el siglo que vivimos, con las herramientas que hoy contamos.
Estas experimentaciones han permitido volver a plantearnos preguntas fundamentales como: ¿qué es un libro? Y por sobre todo, ¿qué puede ser un libro? Y en este sentido el abanico de respuestas ha sido radical e inesperado.
Alison Knowles, la destacada artista del movimiento Fluxus, exhibió en 1967 su obra “The Big Book”, un libro-instalación compuesto por un lomo metálico desde el que se desplegaban páginas de gran tamaño, posibles de hojear y habitar. La artista planteaba las páginas del libro como espacios donde los/as lectores/as podían estar un tiempo, en tanto contaban con diversos objetos que podían ser “leídos” (o habitados): una mini galería de arte, una cocina, una cama, entre otros espacios funcionales. La radicalidad de esta experiencia de lectura inmersiva cuestiona desde la habitabilidad, la cualidad temporal de los libros, puesto que la capacidad física de permanecer en un espacio funciona como analogía de los tiempos de duración de la lectura en un libro tradicional. Mismo cuestionamiento que aparece en la obra de Améstica al proponer el espacio de lectura como un ámbito físico en el que el cuerpo se interna para ordenar a voluntad una secuencia textual.
4A0 se encuentra en un género de obras que nos habla desde las artes visuales del libro por venir, sin embargo, comprende que esta propuesta no es aislada y que para ser contestada o apenas reflexionada, debe volver a cuestiones fundacionales, aportando interesantes miradas acerca de nuestras lecturas pasadas y de la naturaleza de nuestros libros atesorados.
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Artista gráfica radicada en Nueva York, Estados Unidos. Con estudios de diseño gráfico en Chile y de Impresión experimental, encuadernación y letterpress en Central Saint Martins (Londres, Reino Unido). Desarrolla su trabajo entre impresos, tipografía, objetos editoriales, instalaciones y videoarte. Sus obras presenta cruces que abordan temas sensoriales, la fragilidad de la memoria y experiencias personales y cotidianas.
Naranja Publicaciones es una editorial compuesta por Sebastián Barrante y Sebastián Arancibia, quienes desde 2014 se han centrado en la producción, difusión, enseñanza e investigación de publicaciones de artista desde Santiago de Chile.