Exposición «Trabajos de Campo»: una expedición al territorio desde el arte y la ciencia
La exposición «Trabajos de Campo» (Field Works) en el Centro Cultural La Moneda, es una invitación a reflexionar sobre el medioambiente y la biodiversidad del planeta desde una mirada interdisciplinaria, donde arte y ciencia se unen para dar a conocer el mundo natural y reforzar el mensaje que todo y todos estamos conectados. Tanto a nivel macro como micro.
Inspirados por el espíritu de aventura y capacidad de asombro de las expediciones científicas y tomando como punto de partida la antigua revista chilena «Expedición a Chile», Pablo Brugnoli, arquitecto, magíster en Patrimonio Cultural y director ejecutivo (interino) del Centro Cultural La Moneda junto al también arquitecto Jorge Godoy, idearon esta exposición en base a dos ejes, «el cruce interdisplinario entre arte y ciencia, junto con el concepto mismo de expedición, su sentido de aventura», señala Brugnoli. Para Godoy, «Expedición a Chile» hizo algo muy valioso: entender el territorio como un campo de observación, «una manera bastante poco usual y contrapuesta con el sentido fundamentalmente geopolítico que tiene el concepto de territorio, que normalmente deriva en formas de segregación o extractivismo». Ese enfoque fue base para elaborar el concepto curatorial y de diseño de la exposición, donde el territorio, sus ecosistemas, climas, paisajes, especies y otros habitantes se dan a conocer en sus aspectos biológicos y relacionales, a través de distintas expresiones artísticas, desde dibujos, pinturas, fotografías, esculturas, videos, instalaciones, imágenes microscópicas, cartografías, aprovechando el poder provocador del arte y la sensibilidad que despierta. Una selección de obras que logran una de los objetivos de la muestra, «reflejar complejidades climáticas y ecosistémicas de carácter global, como paisajes en transformación, especies en extinción», cuenta Godoy.
«Trabajos de Campo» llega en un momento donde nos planteamos la coexistencia y nuevas formas de convivir con la naturaleza y las demás especies, y por lo mismo fue planteada desde un inicio -dicen sus curadores- como una propuesta colectiva, que recibe otras visiones de lo que es el territorio y diversas interpretaciones de la naturaleza, donde la reflexión medio ambiental «atraviesa todo el corpus». El equipo contó con la la asistencia de Daniela Mahana (investigadora) y Alejandra Atalah y la asesoría del filósofo italiano Emanuele Coccia, autor de los libros «La vida de las plantas» y «Metamorfosis», que reflexiona sobre cómo los humanos pensamos a la naturaleza y su vínculo con los seres vivos -y cómo actuamos en consecuencia-.
En la muestra que se puede visitar hasta el 5 de enero de 2023, participan artistas locales e internacionales, como Máximo Corvalán-Pincheira, Josefina Guilisasti, Bernardo Oyarzún, Gaspar Abrilot (junto a Jorge Rowlands), Hélène Binet (Suiza), Henrik Håkansson (Suecia), Pierre Huyghe (Francia), Marcelo Moscheta (Brasil), Anne Noble (Nueva Zelandia), entre otros. Además se incluyen registros científicos, como dibujos y anotaciones del expedicionario Alexander von Humboldt y la observación científica del mundo fungi con el trabajo del liquenólogo Reinaldo Vargas, el biólogo Juan Larraín y el micólogo Pablo Sandoval, coordinados por Fundación Chilco.
Conversamos con sus curadores Pablo Brugnoli y Jorge Godoy sobre la propuesta de «Trabajos de Campo – Field Works», sus conceptos curatoriales, cómo definieron su museografía para integrar las diversas expresiones de la naturaleza -y sus distintas escalas- desde un enfoque que buscó dar cuenta de la imposibilidad de segmentar y de demostrar todos estamos mucho más interrelacionados de lo que pensamos.
RM: Teniendo varios registros y formatos de obra, fruto de la mirada interdisciplinaria de la exposición, ¿cómo fueron resolviendo el diseño de la exposición, la museografía? ¿Cuál es la intención del recorrido que plantean?
JG: La exposición se basa en un golpe de simultaneidad. En donde, al entrar a la sala, todo o casi todo, aparece a primera vista, ya sea visual o sonoramente. Coexistiendo en un espacio de baja fragmentación, pero de alta especificidad al mismo tiempo. Esta es la lectura museográfica respecto a posicionar las obras en diálogo. Por lo mismo, más allá de plantear un recorrido, el cual normalmente es lineal, la exposición es una atmósfera dentro de la cual se transita libremente entre diferentes puntos, sin seguir un recorrido predeterminado.
Las piezas de la exposición son nodos para desarrollar pensamiento creativo y crítico. Ya sea desde su autonomía o desde el campo de relaciones que pueden construir. Es como imaginarse que la sala esta atravesada por vectores que conectan las piezas entre ellas. Incontables líneas invisibles que van configurando redes virtuales y elásticas, que si se superpusieran colmarían la sala con una especie de tejido virtual de narrativas eco-sistémicas, por nombrarlas de alguna manera, que si se pudieran plasmar entregarían una riqueza de contenido enorme. En ese sentido la exposición es dinámica, por ser una matriz para la generación de pensamiento original, eventualmente colectivo.
RM: Luego de realizar la exposición, ¿cómo evolucionó su reflexión en torno a la coexistencia entre la especie humana y el mundo natural?
PB: Una de las ideas fuerza de Emanuele Coccia y que es parte de esta exposición, se relaciona con entender que los seres humanos no estamos solos y que somos una especie más de muchas. Por lo que es importante comenzar a diseñar y pensar en torno a estas especies. Y desde ahí podemos, además, revisar nuestro potencial valor y rol en los procesos de restauración sistémica. Siendo conscientes que a las otras especies no solo podemos protegerlas, sino que también descubrimos el rol que podemos cumplir en la restauración de los ecosistemas que hemos destruido.
JG: Parte de la reflexión es justamente reducir el pensamiento segregacional que tenemos culturalmente embebido como especie en esta era. La simple división entre especie humana y mundo natural da cuenta de este problema. No somos espectadores del mundo natural, somos parte del mundo natural. Sin él, no existimos, por lo tanto debemos dejar de ver la naturaleza simplemente como mera fuente de abastecimiento o como espectadores de un gran parque que podemos visitar. Debemos ver la construcción del entorno como una tarea multiespecies, en la cual se nivelan jerarquías para que emerjan nuevos equilibrios. No con un fin restaurador, si no que como una comprensión de la artificialidad y transformación como parte la existencia, con la brutalidad y belleza que esta conlleva.
RM: Según lo mencionado por Emanuele Coccia, ¿cómo el arte, la arquitectura y el diseño urbano pueden aportar a las problemáticas ambientales?
PB: Para Emanuele, el arte debe ser capaz de dar acceso a algo que no se puede ver/pensar. En ese sentido, el arte contemporáneo propone una forma más radical de pensamiento, donde una exhibición puede ocupar todo tipo de medios y lenguajes. Su cuestionamiento del concepto de artificialidad también es interesante, pues la misma no existe solo en la arquitectura y diseño realizado por los seres humanos. Es importante entender que los seres vivos, que nos incluye junto a plantas y animales, modificamos el ambiente y la materia de forma constante. La pregunta que debemos enfrentar, respecto a la crisis medio ambiental, es cómo continuamos modificando el ambiente pero prestando atención a cómo lo hacemos sin morir en 20 años.
JG: El diseño es parte de la actividad planetaria. Todo organismo está en constante diseño y adaptación. En ese sentido, no es una cualidad puramente humana. Todas las criaturas se sostienen en cadenas de diseño evolutivo. Nuestro acción como especie entonces, debe ser primeramente comenzar a permear el antropocentrismo en el que culturalmente nos encontramos inmersos, para pensar en formas de producción más transversales, que materialicen las complejidades de la cohabitación e integración intersistémica.
RM: Se expone también el trabajo de un biólogo, un micólogo y un liquenólogo de la Fundación Chilco, ¿cómo aporta exponer esta escala microscópica de la naturaleza?
JG: Mirar el mundo a través del lente de lo micro es una parte esencial del descubrimiento. Expedicionar dentro de un campo invisible al ojo humano, en donde cientos, miles, millones de microorganismos comienzan a aparecer, es una aventura de escala planetaria. El globo terráqueo, como cartográficamente lo conocemos podría decirse que está completamente mapeado. Aquí para descubrir hay que adentrarse, más que desplazarse en la forma como lo hicieron los exploradores de antaño. Por lo tanto, sumergirse en el mundo microscópico no es solo un adentrarse en una determinada forma – viva o no viva -, sino que ir descubriendo también los ecosistemas a los cuales pertenecen. Recorrer límites imprecisos entre lo orgánico y lo inorgánico, es un trabajo fascinante, proporcionado a primera vista por la ciencia, pero también difícil de definir si no es el arte lo que está anticipando tales exploraciones.
PB: La observación de los líquenes funciona como una excelente ejemplo de la reflexión que propone «Trabajos de campo». Son organismos complejos formados por la unión íntima –simbiosis– de un hongo y, al menos, un organismo fotosintético: un alga verde (clorofícea) o una cianobacteria. Su definición depende de una análisis que va desde la toma de muestras hasta llegar al laboratorio para ser observados por un microscopio. Una suerte de ser en constante transición/evolución, cuyas imágenes son, además, interpretables como arte.
Al ver el trabajo y la observación científica de Reinaldo Vargas (liquenólogo), Juan Larraín (briólogo) y Pablo Sandoval (micólogo), bajo la coordinación de Fundación Chilco, te encuentras explorando mecanismos de representación, en este caso, con la tecnología jugando un rol fundamental, que no necesariamente busca ser arte pero puede ser visto como tal.
COORDENADAS
Trabajos de campo – Field Works
Horario: martes a domingo de 10:00 a 18:30 horas en la Sala Pacífico, nivel -3. Centro Cultural La Moneda.
Entradas: general $3.000; estudiantes y convenios $1.500; Amigos del CCLM, niños menores de 12 años y personas mayores de 60, liberada. Días martes entrada liberada previa reserva.
Más información y reservas visita cclm.cl