Simón Sepúlveda: Diseñar y crear desde la dimensión personal

Lo personal, ya sea a modo de vivencia, observación o reflexión está siempre presente en la obra del diseñador y artista chileno, Simón Sepúlveda, «creo que no sé trabajar de forma neutra», dice, y esa honestidad y autenticidad de su mensaje (y lo que comunica) se ha convertido en uno de los grandes atractivos de sus trabajos. Tanto sus propuestas de diseño gráfico y del ámbito artístico, como instalaciones, tapices, collages digitales o pinturas, interpelan por su estilo directo, colorido y una reflexión creativa y sincera.

Como diseñador y director creativo ha trabajado en destacados estudios de diseño internacionales, Sagmeister&Walsh en Nueva York, Javier Jaén Estudio en España y en Apple. Hoy está viviendo en Barcelona donde está concentrado en desarrollar su faceta artística, además de hacer docencia en la Escuela de Diseño ELISAVA y trabajar en la agencia de diseño Felicidad, con base en Chile y de la cual es socio.

Sepúlveda no se resta de la crisis social y ambiental que vivimos y la lleva a diferentes formatos desde digitales, más gráficos a la intervención de objetos o la materialidad del arte textil, con collages digitales que toman forma en tapices. Su estética entrelaza a los seres del paisaje urbano, personas, animales y especies naturales con objetos e incluso iconos de marcas que ya son parte del imaginario popular. Por ejemplo, en «1989-2019», un trabajo sobre la transición en Chile, una suerte de línea de tiempo personal de ese período hasta el estallido social en Chile, donde una valla metálica tejida con la cinta de plástico de precaución comparte lugar con un textil sobre la falta de agua; o su última exposición, Perro Atropellado, donde utiliza un tapiz de grandes dimensiones para visibilizar a los personas que viven en la calle, su realidad y la relación con los objetos que hablan de su identidad.

Sus últimos años en España han sido prolíficos para su obra artística, exponiendo las pinturas de la serie «Maleza» en 2020 y en 2021, su instalación «1989-2019» en La Casa Encendida, siendo parte de la exposición colectiva «Kamanar», en la que a través de la intervención de una silla aportaban al trabajo que «Foundawtion» hace por la educación en Sudáfrica. Y este año participando en la Bienal de Arte, Diseño y Arquitectura, Mayrit en Madrid. Conversamos con Simón sobre su estilo de hacer diseño y hacia dónde quiere dirigir su trabajo artístico.

RM: ¿Cómo fue para ti la transición desde el diseño gráfico al arte? ¿Qué queda del diseñador en tu práctica artística?

SS: Más que una transición fue un complemento, el diseño gráfico lo sigo practicando, pero estaba cansado de una dinámica cliente-resultado-entregas y quería hacer investigaciones personales. A partir de ahí me puse a trabajar en diferentes medios y temáticas. Aunque a nivel de lenguajes creo que trabajo ambas cosas de forma parecida, el proceso es totalmente diferente.

RM: Respecto a tus trabajos en diseño gráfico, ¿cómo definirías tu estilo y cuál es el sello que buscas imprimir en tus proyectos?

SS: Creo que mi diseño suele ser bastante directo, colorido y con una fuerte noción tipográfica. Intento que mi propuesta se note y no sea neutra, sino que un aporte y complemento al proyecto que estoy abordando.

A nivel técnico uso siempre colores planos y un feísmo intencional, estamos en un momento en que hay tantas opciones de técnicas y procesos que me parece más interesante jugar con restricciones y limitaciones y darle espacio a la temática y contenido del proyecto en sí mismo.

RM:  Tus obras reflexionan sobre la crisis social en «1989-2019″o la marginalidad en tu última exposición «Perro atropellado», ¿por qué es importante para ti visualizar estas situaciones y cómo crees que el diseño y el arte pueden aportar a esto?

En general me siento atraído por proyectos sociales y culturales en los que hay una reflexión sobre lo que está pasando en nuestro entorno, puede ser un proyecto súper íntimo e igual contemplar nuestra realidad y hacer un aporte. Lo otro lo asocio más a la técnica por la técnica y me interesa menos. Es tan evidente la crisis valórica, social, climática, etcétera… que estamos pasando, que no tenerlo en cuenta me parece que es estar demasiado adherido al privilegio.

RM: Tu última obra «Perro atropellado» tiene varias referencias neo pop a los objetos cotidianos, gráficas mezclados con retratos de personas anónimas, ¿qué buscas expresar con estos contrastes?

SS: Perro atropellado es un tapiz de gran formato (1,50 x 15 metros) que se hizo en el contexto de Mayrit, una bienal de arte, diseño y arquitectura en la que la curatoría hablaba sobre los paisajes acuáticos. Yo entendí esta invitación como una posibilidad de trabajar con las personas que viven en la calle, con quienes trabajo hace tiempo en voluntariados y proyectos sociales. Sentí que había una conexión entre lo acuático, lo invisibilizado y lo desechado; a esa tríada se le sumó la relación que tenemos con los objetos, que son definidores de identidad, pero después pueden ser desechados super rápidamente, al igual que estas personas.

La exposición se hizo en la Galería Arniches 26, que queda en el Mercado El Rastro en Madrid, uno de objetos usados, por lo que el contexto era perfecto para hablar de estas temáticas y por eso mismo hice un tapiz site-specific para la galería.

RM: Si bien trabajas en varios formatos como la ilustración, la pintura e instalaciones, el textil es recurrente en tu obra, ya sean tapices o mantas tejidas, ¿que te atrae del textil y cómo aporta esta materialidad a las temáticas que expresas con ella?

SS: El tapiz lo trabajo por qué a nivel de procesos me parece muy atractivo que a partir de un proceso digital, vectorial de software surja un elemento envolvente, acogedor y que tiene códigos domésticos y artesanales. Además, creo que el tapiz tiene un entendimiento universal, pero manifestaciones locales super particulares. Todos entendemos el tapiz, pero las diferentes comunidades del mundo lo trabajan a su manera.

RM: Varios de tus proyectos son autobiográficos, como «1989-2019» o el diario online que realizaste cuando llegaste a vivir a Nueva York, ¿qué valor ves al exponer un mensaje más honesto y personal en diseño? 

Creo que no sé trabajar de forma neutra, quizás es una tara, no sé abordarlos de otra manera. Si intento ser neutro y no incluir mi propia línea del tiempo y experiencias personales me salen proyectos raros, que no suelen funcionar. Y eso incluye los proyectos comisionados, no suelo hacer proyectos que no me gustan y no me resultan simplemente.

RM: El último año has tenido varias exposiciones, La Casa Encendida, Kamanar y tu última, Perro Atropellado, ¿cuáles son tus proyectos a futuro?