Lo nuevo, de nuevo: Una reflexión sobre la cultura arquitectónica en Chile
La Bienal de Arquitectura de Chile es un espacio gremial intrincado, lleno de contradicciones, difícil por decir lo menos, en donde las burocracias que tanto tememos para las instituciones culturales salen a flote en todo su esplendor y que sin quererlo atan de manos cualquier intento de actualización. Anclada en el Colegio de Arquitectos, la Bienal ha sido testigo desde su origen en 1977 de años oscuros y felices, de rencillas, especulaciones, discursos memorables, presentaciones inspiradoras, muestras para el olvido, entre otras cosas.
Tuve la oportunidad de coordinar la Bienal de Arquitectura de 2017, Diálogos Impostergables, realizada en el Parque Cultural de Valparaíso en que se montó por primera vez y a propósito de sus cuarenta años, la muestra Archivo Provisional curada por Fernando Portal junto a Fernando Carvajal, Pedro Correa y Rayna Razmilic que precede al libro que nos convoca. En esa ocasión, el equipo curatorial, compuesto por nueve curadores, consciente de este hito, dedicó un espacio a la entrada de la muestra principal que llamó “Diálogo Disciplinar” en el que se montaron tres proyectos que hacían una revisión a la Bienal de Chile en sus cuarenta años: “El discurso de la arquitectura contemporánea chilena, cuatro debates fundamentales” de Alonso, Cortés, Mondragón y Bonomo; “¿Para qué sirven las bienales?” de Llano y Quiroga; y finalmente “Archivo Provisional”, del equipo que hoy edita Lo nuevo, de nuevo. Archivo Provisional, a través del montaje de un libro – pieza escultórica de más de 19.000 páginas y alrededor de 7.500 documentos asociados a la producción y registro de las bienales es el puntapié de Lo nuevo, de nuevo.
Sus autores sitúan a las bienales de arquitectura como un formato que permite ensayar formas de abordar una historia de las exposiciones en arquitectura y construir una historia social y conceptual de la arquitectura reciente en Chile, en palabras de Portal en el texto que introduce el libro. En éste, la Bienal de Arquitectura en Chile es interrogada a partir de diversos puntos de vista a través de un Índice Bienal elaborado a partir de la revisión de catálogos de las 21 Bienales realizadas entre 1977 y 2019, artículos escritos por el equipo y autores invitados, y una serie de documentos históricos de bienales transcurridas en dictadura que funcionan como incrustaciones que dan textura, aroma, y una imagen concreta a aquellas bienales ocurridas en un horroroso Chile, todas realizadas contra el telón de fondo de un Museo Nacional de Bellas Artes intervenido.
Gracias al trabajo arqueológico, valiente y riguroso del equipo en la revisión de piezas de bienales pasadas esparcidas en bodegas de la sede del colegio de arquitectos y resguardadas bajo llave entre medio de maquetas, pendones, cajas anónimas, cajas con catálogos que no fueron repartidos ni vendidos, ni leídos, Lo nuevo, de nuevo presenta una selección exquisita de diversos momentos acontecidos en las décadas del 70 y 80 que permiten esclarecer momentos de nuestra arquitectura que hoy parecen difusos. Entre estos registros está la fotocopia del texto de presentación de la Primera Bienal de 1977 a cargo de Cristián Fernández Cox en la que desde ya emergen temas que serán abordados una y otra vez por los distintos equipos curatoriales, como diálogos, rol del arquitecto, calidad de vida, preocupación por la ciudad, entre otros.
Dentro del libro
Con el afán de embarcarse en un proyecto modernizador de carácter refundacional y de corte nacionalista impulsado por la Junta Militar de Gobierno, el Museo Nacional de Bellas Artes a través de su directora designada Elena Ossa Puelma, adquiere en 1978 cámaras de video, televisores a color y reproductores de videocasetes en formato Betamax que serán clave para el registro de las primeras bienales como explica Fernando Carvajal en Arquitectura, Política y video.
Parte de los registros rescatados por los autores es el poema Utopía y Antiutopía de Enrique Lihn declamado en la Segunda Bienal de Arquitectura de 1979 en el que con perspicacia el poeta ironiza sobre los efectos de la adopción del modelo neoliberal en nuestras ciudades.
Otro momento redimido de las penumbras que ocurre previo a la creación de la Bienal es el Seminario “Arquitectura chilena en el exilio” celebrado en 1975 en la Architectural Association en Londres en donde leemos debatir a Hugo Saa, Fernando Castillo Velasco y Cristián Boza sobre la efectividad de la metodología de la toma por parte de los pobladores a partir del caso de la Población Nueva La Habana. Diez años más tarde, en 1985 bajo el contexto de la V Bienal de Arquitectura tenemos la suerte de leer y ver gesticular a partir de una serie de fotogramas rescatados del VHS original a Miguel Lawner en la conferencia “Revisión Histórica de la Vivienda Social en Chile”. Como vemos, hay temas, como la vivienda social, la precariedad habitacional, las poblaciones callampas y los campamentos, que vuelven una y otra vez a formar parte de la parrilla programática de nuestras bienales.
Repitiendo la pregunta inicial que nos propone Rayna Razmilic, ¿Pero qué es una Bienal de Arquitectura? encontramos múltiples entradas, entre ellas la propuesta de Pedro Correa quién define la bienal como “una tecnología específica que en sí misma articula escenario con audiencia, discursos con planimetrías, teorías con dibujos, premios con críticas y gremios con disciplinas” en “El aparato Bienal. Archivo, historia, silencio, interferencia”.
Otras preguntas surgen por iniciativa de sus propios protagonistas. En la entrevista realizada por Razmilic a Victor Gubbins y Humberto Eliash, ambos presidentes de la Bienal de Chile en 1995 y 2000 respectivamente, a unos meses de finalizada la bienal Diálogos Impostergables, autodenominada la primera Bienal internacional de Chile, se discute el alcance y la presencia territorial de la bienal. En el artículo “Reflexiones sobre la bienal”, Eliash y Gubbins se debaten entre si ésta debiese ser internacional o nacional, realizada en una sola ciudad, o si es necesario desparramarla en partes a lo largo de nuestro territorio.
Volviendo al caso, las preocupaciones que leemos entre líneas a lo largo de los artículos que aquejan a la Bienal van más allá de su indefinición sobre si su carácter debiese ser nacional o internacional y su presencia centralizada o a lo largo del territorio, sino que advierte temas de gestión, administrativos e identitarios. La Bienal de Chile es administrada por el Colegio de Arquitectos de Chile a través de la Fundación Espacio y Desarrollo quien a su vez tiene un directorio propio que vela por la Bienal. La tarea de gestionar las actividades de recaudación de fondos, seleccionar, invitar, administrar, producir, montar, quedan a cargo del curador o equipo curatorial, que es a su vez remunerado de acuerdo con su propia capacidad de producir remanentes del resto de las actividades contempladas para la realización del evento.
Más allá del evento principal que ocurre cada dos años, la Bienal de Chile no cuenta con un lugar específico en el territorio o un edificio como sí ocurrió durante la dictadura con el Museo Nacional de Bellas Artes, así como tampoco cuenta con un sitio en línea permanente para revisitar lo que han sido sus versiones anteriores. Si hacemos el ejercicio de buscar en internet “bienal de arquitectura de Chile” el único sitio que funciona como testigo de su existencia es una modesta pestaña dentro del sitio web del Colegio de Arquitectos en donde bajo el título ¿qué es la bienal de arquitectura? se resume en dos escuetas carillas de Word su Historia, Marco General, Propósitos, Metas Actuales, Estructura de la Bienal y finalmente un listado de presidentes y curadores de las Bienales en Chile desde 1977 al 2019 además de sus títulos. Para quienes estudian el fenómeno de las bienales resulta muy difícil localizar y visualizar la Bienal de Chile. Cada dos años el equipo curador debe reinventar prácticamente desde cero un modelo de gestión, además de proveer una identidad, sitio web, formato, equipo productor, sponsors, etc. Así, nuestra bienal es lo nuevo, de nuevo cada dos años.
Para concluir, la importancia de Lo nuevo, de nuevo, se resume en dos: en primer lugar, viene a hacer un rescate imperioso de la memoria colectiva del estado de la disciplina en Chile recuperando material exquisito e iluminador, poniendo justamente en valor el trabajo tenaz de sus equipos organizadores, curadores, directores y presidentes. Y segundo: es el impulso que necesitábamos para cuestionar de manera rigurosa el formato actual de la Bienal de Arquitectura de Chile, su esquema administrativo, su financiamiento, su rol en el país y regiones, y por qué no un primer paso para definir un nuevo marco operatorio de acuerdo con el contexto actual del país y un nuevo formato adecuado a las necesidades de apropiación y apertura ciudadana y disciplinar de nuevos espacios de encuentro y diálogo.
¿Qué es la Bienal de Arquitectura de Chile? ¿Estamos de acuerdo en que es un formato fallido, añejo, fuera de timing, que es necesario reformular? Estas son algunas preguntas que Lo nuevo, de nuevo insinúa a partir de la revisión histórica de las bienales en Chile y que es sin duda un primer paso fundamental para reflexionar sobre la cultura arquitectónica en nuestro país hoy en día.
“Lo nuevo, de nuevo. Bienal y arquitectura en Chile”. Ediciones ARQ.
Editado por Fernando Portal, Rayna Razmilic, Pedro Correa, Fernando Carvajal, con textos de: Gonzalo Carrasco, Fernando Carvajal, Alejandra Celedón, Pedro Correa, Martín Gubbins, Enrique Lihn, Fernando Portal y Rayna Razmilic.