Icono del diseño mexicano: La silla Arrullo de Oscar Hagerman
La silla Arrullo, simple en su estética, conlleva en su diseño la forma en que Oscar Hagerman ha enfocado su trabajo en arquitectura y diseño. Un enfoque en lo social, en el diseño colaborativo, que releva los saberes de la artesanía indígena y busca ser también un servicio para el otro, para mejorar la calidad de vida de las comunidades con las que trabaja.
Esta fue la primera silla que diseñó Hagerman -que hoy tiene su haber más de 60 modelos – y la hizo al salir de la universidad en 1969 cuando fue a trabajar con la cooperativa Emiliano Zapata en Ciudad Nezahualcóyotl, un barrio de Ciudad de México. Para un proyecto diseñó todo el mobiliario que necesitaría una casa, procurando comodidad y una fabricación sencilla, con materiales locales accesibles. Para la silla Arrullo se inspiró en las sillas de palo presentes en todas las casas rurales de México y utilizó fibras vegetales nativas de tule para su asiento y madera de pino ayacahuite. Este diseño ganó un premio del Instituto Mexicano de Comercio Exterior, pues podía ser exportable, y pronto los artesanos de Michoacán comenzaron a replicarla y venderla en los mercados, calles y carreteras, algo con lo que su creador no tuvo problemas pues cree que el diseño es de todos.
Para Hagerman la arquitectura debe procurar la armonía entre las personas y su entorno, ya sea territorial o cultural, considerando a la silla como la más pequeña de las arquitecturas. Todo un desafío porque tienen que ser confortables tanto para realizar actividades sentado o simplemente contemplar y descansar, por eso ha pasado 50 años investigando sobre ergonomía y mejorando y haciendo ajustes a sus distintos modelos. La Arrullo tiene más de 10 versiones, donde ha engrosado las patas o el respaldo y cambiado el material para el asiento por otras fibras vegetales nativas, tule, bejuco, palma o algodón, incluso cuero, o las maderas que usa, incorporando huanacaxtle, encino o cedro. Todo para lograr la mejor versión de la Arrullo, una silla popular que sea ergonómicamente perfecta.
Siempre activo, constantemente está realizando exploraciones de nuevas técnicas, conocimiento que recoge desde los talleres de artesanía y comunidades indígenas con las que trabaja y que reinterpreta en su estilo. La durabilidad también es un factor esencial para Hagerman, piensa que la silla debe ser heredable, por lo que elige materiales nativos de buena calidad, que además sean fácil de conseguir, para que las sillas puedan seguir siendo fabricadas por los artesanos.
Con los años Hagerman, profesor de la Escuela de Diseño y de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue creando nuevas sillas como la Maya, la Colibrí, la Ruiseñor, Garza, Ganso, la Jiquipilas y la Vicente Guerrero nacidas en Chiapas, entre otras. Todas diseñadas en conjunto con cooperativas de artesanos de distintos estados. El México popular es su inspiración y lo que une la estética de sus sillas, ha dicho. Algunas recuerdan las mecedoras de los campos y otras tienen guiños al Butaque, o la silla campechana, un asiento popular de descanso con alto respaldo que viene de la colonia.
En el campo de la arquitectura, es en el sector rural y comunitario donde ha desarrollado su obra, casas, escuelas, centros sociales, incluso una universidad intercultural para la comunidad indígena Ayüük. Aquí rescata técnicas tradicionales de construcción, preocupado por la sustentabilidad y la armonía con el paisaje.
Considerado uno de los arquitectos mexicanos más destacados, su enorme aporte tanto en arquitectura y mobiliario ha sido reconocido con libros, premios y exposiciones, como una retrospectiva a su trabajo en el Museo Franz Mayer en 2013 y «Sillas de México» realizada en la Galería Kurimanzutto de Ciudad de México en 2018. Allí presentó ocho modelos con cinco variaciones de cada uno, 40 sillas en total, donde hablaba de su proceso creativo y de diseño, además de incluir a la Arrullo original y una versión más baja pensada para niños y campesinos que se sientan a cocinar en fogón.